Al otro lado
del cristal
Para que mis lágrimas
no lleguen a fluir
regálame tus alegrías,
acaríciame con tu sonrisa;
tú sonrisa es mi felicidad.
Para que mis lágrimas
no lleguen a fluir
lléname de vida,
lléname de ti,
para que nuestros días
sean primavera,
en este otoño gris.
para que tus ilusiones
sean nuestra realidad.
¡Aquí, desde el otro lado
del cristal que más,
puedo yo pedir!
Te quiero, hijo.
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