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domingo, 17 de julio de 2016

Delirios de un amante

Delirios de un amante

Si me besáis ahora, cuando mas lo necesito,
despertareis en mi piel
el fuego extinguido
y que en delirios agoniza,
y hasta el cielo oirá sus lamentos de guerra.
Si me besáis ahora,
aun cuando mis ojos duermen su propia muerte,
antes de que me cubra
la túnica púrpura,
aun cuando mi corazón exclame su culpa,
pues renacer no quiere en otros brazos,

que no fueren los tuyos: bondadosa señora;
llevaos ese beso ardiente,
conforme yo, elogio vuestra
complaciente presencia.
Y por Dios, no forjéis
en vuestros ojos lágrimas
que empañen vuestra hermosura,
ni salpiquéis de sollozos vuestra cordura.
Pues no hay himno más bello, que la risa,
aunque por callarla, sea muda.
De espesa alegría deseo mi despedida,
que allá donde mi alma vague,
hablara de vos, amada mía.
No castréis vuestras emociones,
ni blindéis en castidad vuestra juventud;
puesto que la vida es una,
y vos habéis sido la mía.

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