¡Hay
quien dice,
que
exagero!
Tiene la piel quemada
y los labios llenos de llagas,
sus ojos quieren hablar,
pero les faltan lágrimas.
Pobre chiquillo aquel,
que cara vende su infancia,
su frágil corazón es como
un pajarillo sin alas.
No entiende bien,
porqué en su plato
lo sirven con armas.
Lloro por él, lloro por África,
rezo por él, y siento
que rezo por nada.
Él quiere saber
porqué no hay puerta en su casa,
una casa de barro y paja,
él quiere saber
porqué no hay abrigo para su alma,
él quiere saber
porqué para nosotros
su futuro representa una amenaza.
él se pregunta
Porqué; África no canta.
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