Puesta
de sol
Al atardecer, el Quijano sol
desciende
de su trono
acariciando al horizonte
hasta su frágil palidez.
Suspiros de brumas
y secretos de lunas,
en nuestra intimidad nos sorprenden.
Solos tú y yo,
en un rincón del reloj,
mientras que el bosque duerme,
entre su aliento perenne,
nuestras manos tímidas
sus deseos retienen
y al mirarme tú; me sentí hombre
y al besarte yo; me dijiste tú nombre
y al abrazarnos, nos aliamos,
con el fantasma de la noche.
Solos tú y yo,
cuando el sol se esconde.
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